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Los neurólogos certificados y con especialización del Norton Children’s Neuroscience Institute, afiliado a la Facultad de Medicina de la UofL, son los principales proveedores de atención para la esclerosis tuberosa en niños de Louisville, Kentucky y el sur de Indiana.
La esclerosis tuberosa (ET) es un trastorno genético poco frecuente asociado a tumores que se forman en varias partes del cuerpo, incluida la piel, el cerebro, los ojos, el corazón, los riñones y los pulmones.
La mayoría de estos tumores se consideran benignos o no cancerosos. Pueden crecer, pero no tienden a propagarse a otras partes del cuerpo. La extensión de estos tumores y otros síntomas asociados a la ET varían mucho según el paciente.
Los tumores que afectan al cerebro incluyen nódulos subependimarios, astrocitomas subependimarios de células gigantes (ASCG) y tuberosidades.
Los niños con ET frecuentemente tienen convulsiones durante la primera infancia. Están en riesgo de una forma grave de epilepsia en la infancia llamada espasmos en flexión. Los niños con ET pueden tener retrasos en alcanzar los hitos del desarrollo y pueden tener discapacidades intelectuales.
Los ojos de un niño también pueden verse afectados si se desarrollan pequeños tumores en la retina. Estos tumores también pueden afectar los nervios ópticos, que envían señales desde la retina al cerebro.
Algunos niños tienen cambios en la piel, incluidos parches o manchas con pigmentación disminuida, pequeños bultos elevados en el rostro conocidos como “angiofibromas”, placas de piel levantada y engrosada en la frente, el cuero cabelludo o las mejillas, y zonas de erupción irregular de piel engrosada de color carne llamado “placa de chagrin”.
Un niño puede desarrollar tumores llamados “angiomiolipomas” que afectan los riñones. Los quistes en los riñones también son más frecuentes en personas con ET. En ocasiones, una afección más común en adultos, llamada “linfangioleiomiomatosis (LAM)”, se desarrolla en los pulmones y afecta la respiración. Los bebés con ET pueden nacer con un tumor en el corazón llamado “rabdomioma”. Estos tumores pueden causar arritmias u obstrucción del flujo sanguíneo a través del corazón. Por lo general, remiten por sí solos con el tiempo.
Si nuestro equipo sospecha que su hijo tiene ET en función de hallazgos en la piel o convulsiones, pediremos pruebas adicionales. Estas pruebas pueden incluir imágenes por resonancia magnética (IRM) del cerebro, imágenes del corazón (ecocardiograma) e imágenes de los riñones (ecografía renal). Se pueden realizar exámenes neurológicos y oftalmológicos (de los ojos) completos. Si sospechamos convulsiones, se realizará un electroencefalograma (EEG). También podemos solicitar análisis de sangre, que pueden incluir pruebas genéticas.
Aunque no existe una cura para la ET, nuestro equipo multidisciplinario de ET trabajará en conjunto para abordar los problemas activos y vigilar a su hijo en cuanto al desarrollo de otros aspectos de la enfermedad a medida que surjan. Muchos niños con ET requieren medicamentos antiepilépticos para reducir el riesgo de convulsiones. Hay medicamentos disponibles para ayudar a reducir el tamaño de los ASCG y los tumores renales, en caso de que se desarrollen.
Algunos pacientes con ET pueden ser candidatos para la cirugía. Si las convulsiones de su hijo son resistentes a los medicamentos, nuestro equipo de epilepsia refractaria evaluará a su hijo para una posible cirugía de epilepsia.
Otras opciones quirúrgicas incluyen la extirpación de pequeñas lesiones (resección cortical focal), la separación de los dos hemisferios del cerebro (callosotomía) y la colocación de un estimulador del nervio vago. Los ASCG pueden requerir cirugía si obstruyen el flujo de líquido cefalorraquídeo (hidrocefalia).
Su hijo podría ser derivado a la clínica multidisciplinaria Norton Children’s Tuberous Sclerosis Clinic.
Leah G. Todd, LCSW
Kelly Jackson, asesora genética